Desde que la llegada de la era de la información comenzó a configurarse, el ser humano ha temido a una distopía que acabe con el color local y dé paso a una terrible uniformidad global. De allí salieron serias advertencias como las planteadas en libros fundamentales como "1984" o "Un mundo feliz". Pero la globalización ha traído hasta ahora algo muy diferente: la aceptación de las diferencias.
Con Internet pudimos ver cuánto nos parecíamos, cómo nos diferenciábamos y en qué podíamos complementarnos con pueblos remotísimos. Esto ha cambiado incluso nuestra forma de hacer negocios, pues cada día se demuestra que la gobalización se alimenta de lo local y no de lo universal.
Es que en la actualidad, una campaña de marketing digital local no solo permite ubicar una tienda física en una comunidad para permitir la llegada de clientes, también supone el enlace directo con empresas extranjeras que busquen aliados en tal o cual país.
Un buen trabajo de posicionamiento local hace que los posibles inversionistas y/o socios de otras latitudes se interesen por una marca y sus posibilidades. En cambio, no aparecer en las búsquedas de Google supone estancamiento total tanto en las ventas directas como en la expansión.
Para que ese proceso de búsqueda se complete y las personas lleguen a una marca, esta debe contar con una página web de buen diseño y adaptada a dispositivos móviles, pues a través de estos (según datos de Google) ingresa el 60% de las visitas de una página web en un comportamiento normal.
Si querés aumentar las ventas de tu tienda física y ser visible a nivel internacional, considerá un trabajo de posicionamiento local y recordá que aparecer primero que la competencia es la diferencia entre captar a un cliente o dejarlo ir para siempre.
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