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El engaño detrás de los altos precios de los servicios de marketing digital


Cuando vemos a los publicistas de la serie Mad Men trajeados y fumándose un cigarrillo mientras lucen un peinado perfectísimo y una secretaria de lujo, valoramos su trabajo y pensamos en ellos como los encargados de venderle sueños al gran público. 

Sucede que la serie está ambientada en una década en la que efectivamente los publicistas se vestían así, en la que comenzaba la bonanza económica que apenas terminaría a mediados de los 90 y en la que --fundamentalmente-- no había Internet. Habría que agregar además que el gran público existe cada vez menos y que los contenidos y los gustos se están desmasificando entre nichos y tipos de consumidores. 

Aunque estos cambios han abaratado los costos en muchos aspectos, la mayoría de las empresas de marketing digital de la actualidad siguen cobrando enormes cantidades de dinero por sus servicios. En todo caso, tienen un motivo: pese a que predican el futuro y sus maravillas, sus estructuras siguen siendo los enormes mamotretos de la misma época en la que está ambientada Mad Men, y deben cubrir enormes gastos para mantenerse. Evidentemente, son los clientes los que corren con ese gasto.

Otro motivo es la percepción que se tiene sobre el cliente. El escritor y publicista norteamericano William Feather advirtió, gracias a su enorme experiencia, que cada consumidor es dos personas: la que es y la que quiere ser. Eso hizo que revistas para caballeros comenzaran a vender el estilo de vida del macho alfa al que no podían acceder las personas que compraban el producto y que las agencias de marketing mantuvieran en muchos casos sus costos elevados para ofrecerle al cliente la sensación de estar adquiriendo algo muy valioso que por ser valioso también es muy caro.

En pocas palabras, buena parte de los altos precios del marketing digital en la actualidad se deben a una estrategia de marketing.

El cliente es el que sabe
Aunque estamos en plena era de la información y del centelleo de datos, muchas agencias siguen creyendo que sus clientes solo saben de su negocio y que se les puede hacer creer cualquier cosa porque no tienen ni idea de marketing. Ese engaño es realmente un autoengaño.

Nadie conoce mejor su propio negocio que su dueño, su gerente y sus trabajadores. Además, tratar de exagerar el trabajo que se haga en redes sociales o cualquier área de Internet es una pérdida de tiempo en una época en la que casi todas las personas tienen una cuenta en Facebook, una en Twitter y hasta dos en Instagram, a veces incluso enlazadas con un blog personal.

Hoy los clientes están mucho más enterados de lo que necesitan en términos web, y también son mucho más exigentes porque conocen de calidad.

El ejemplo de lo que consignamos en este texto lo hemos visto en nuestro propio proceder como marca. En 1425 ofrecemos un paquete único que incluye marketing digital local, gestión de redes sociales, desarrollo web y marketing de contenidos por 3500 pesos al mes; mientras tanto, cada uno de esos servicios puede costar 5.000 pesos al mes en cualquier otra agencia de la Argentina. 

La era de la información avanza y lo que parecía un experimento hace diez años es hoy una necesidad: las empresas que no aparezcan en Google cuando alguien escriba una palabra relativa a lo que venden, no existen; las que no hagan marketing de contenidos serán olvidadas por la gente, y las que se olviden de sus redes sociales no estarán cerca de sus posibles clientes. Este es el momento de dar el salto.


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