Las empresas adaptadas a las características del presente saben que están tan sujetas a los cambios que buscan trabajadores cada vez más creativos y capaces de innovar a diario.
Quienes más necesitan de esa innovación son las pequeñas y medianas empresas, que dependen de ella para ponerse a la par de las grandes corporaciones sin morir en el intento. A continuación presentamos ocho claves para ayudar a que tu emprendimiento le saque todo el jugo a sus posibilidades creativas.
1. Pensamiento creativo: una cuestión de ponerse las pilas
Comenzá a pensar de una forma más creativa e innovadora. El pensamiento creativo requiere práctica, y es necesario que nos alejemos de las tareas rutinarias para poder sacarlo a relucir e ir desarrollándolo.
2. Aparcá el pensamiento rutinario y la lógica cotidiana
Lo tradicional no tiene por qué ser mejor. Muchos trabajadores realizan sus tareas de forma mecánica y rutinaria, en “modo automático” y sin atreverse a abandonar su zona de confort ni a evaluar la realidad desde un punto de vista crítico o creativo.
Esta forma de pensar y de actuar puede ser útil durante un tiempo, pero llegará un punto en que será necesario cambiar el punto de vista y empezar a pensar de forma creativa, abordando los problemas con cierta originalidad. ¿Acaso alguien cree que haciendo siempre lo mismo va a obtener mejores resultados?
3. Potenciá tu espíritu curioso
La curiosidad es la génesis del pensamiento creativo. A partir de aspectos de la realidad aparentemente irrelevantes, pueden surgir ideas, dudas, planteamientos, conexiones conceptuales…
Todo aquello que nos llama la atención puede ser un estímulo para plantearnos nuevas realidades o posibilidades, nos empuja a informarnos y a establecer un criterio sobre las cosas. Esta curiosidad prístina redunda, en último término, en un acicate para nuestra capacidad creativa.
4. Ajedrez, Risk, póker… los juegos también ayudan
Si te sumergís en juegos de estrategia, tu creatividad puede mejorar ostensiblemente. El juego es un ensayo perfecto para potenciar tu habilidad para abordar de formas innovadoras ciertos problemas y retos de la vida cotidiana (tanto de la laboral como de la personal).
Podrías probar un día y sorprender a tus empleados con una partida de Risk. Tal vez consigas al estratega que andabas buscando.
5. Dejá madurar tus ideas
Con el tiempo, las ideas van madurando y se van amoldando a la realidad, siendo más útiles, prácticas, adecuadas y abordables. Tu intuición requiere libertad para que vaya dejando crecer tus ideas con la mejor salud posible, hasta que éstas dejen sus frutos, cristalizando en ideas más concretas y útiles para tu día a día.
6. Asumí riesgos inteligentes
Durante tu rutina, es posible que vayas teniendo varias ideas ingeniosas sobre cómo optimizar un proceso. Las ideas son abstractas y nada garantiza que si se llevan a término vayan a ser positivas, pero… ¿cómo lo vas a saber si nunca lo intentás?
Hay que asumir riesgos inteligentes con las ideas: priorizar algunas por encima de otras, valorar todas las posibilidades y aislar variables que puedan jugar en nuestra contra. Si tenemos controlados todos los flancos, será más probable que esa idea sea mejor y, eventualmente, ayude a la empresa a mejorar.
7. Descubrí las bondades del “estado de flow”
¿Has oído hablar del estado de flow? Cuando entramos en este estado psicológico es porque estamos totalmente inmersos en la tarea que estamos realizando. Tanto es así que perdemos la noción del tiempo y experimentamos una motivación inusitada. Es un estado que alcanzamos cuando nos encanta lo que estamos haciendo.
Si consigues entrar en estado de flow a menudo, es mucho más sencillo que tu creatividad se estimule y seas capaz de encontrar mil formas de mejorar tu rendimiento.
8. Seguí caminando
La creatividad a veces se esconde y no nos deja beber de sus frutos. Esto es algo completamente normal. Los escritores conocen el síndrome de la página en blanco: en ocasiones, simplemente no estamos inspirados y nuestra intuición parece dormida.
No hay ningún motivo para desesperar. La creatividad es caprichosa y hay días en que cuesta encontrarla. Un error común es tumbarse a la bartola hasta que una buena idea nos sobreviene. Eso simplemente no es eficaz.
Lo ideal es seguir trabajando duro hasta que las buenas ideas y vibraciones acuden a nuestra mente por sí solas. El trabajo estimula la creatividad; la inacción solo la desincentiva y nos vuelve pasivos ante los retos diarios.
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