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Si volviera a ser Director de Marketing de multinacional


La vida es tan extraña que el mejor escritor del siglo XX, Jorge Luis Borges, es recordado principalmente por un poema que él no escribió y que jamás habría escrito: un texto mediocre que roza la autoayuda y que no tiene nada que ver con la perplejidad que el autor de El aleph dejaba en la cabeza de sus lectores.

Años después de un desastre que incluyó al cantante Bono leyendo el poema y agregando erróneamente que Borges nació en Chile, hemos dado con una versión mejorada de eso que titularon "Instantes". Se trata de una paráfrasis muy bien hecha por David Gómez titulada "Si volviera a ser director de marketing de multinacional".
A continuación se los reproducimos íntegro porque nos parece una excelente herramienta para entender cómo funciona esto del marketing en la práctica más allá de lo que nos digan los miles de manuales.
“Si volviera a ser Director de Marketing,
haría más investigación cualitativa
y menos cuantitativa.
Estaría más tiempo en la calle
y menos en la agencia.
Me haría más amigo de los de finanzas.
Usaría más Converse y menos corbata.
Me preocuparía más por el fondo
y menos por la forma.
Actuaría más y planearía menos.
Trataría de deleitar más a los clientes
y menos a los jefes. (Descubrí que deleitar
a los clientes termina deleitando a los jefes). 
Daría más incentivos por rotación
y menos por colocación.
Conversaría más con los clientes insatisfechos
que con los satisfechos.
Aprendería más de marketing digital.
Contrataría un Community Manager in-house. 
Si volviera a ser Director de Marketing,
le daría más argumentos a ventas
para sustentar el por qué somos más caros.
Invitaría clientes a los retiros espirituales
de planeación estratégica.
Confiaría más en la intuición. 
Sería más humilde como marca, sabiendo que
el verdadero poder lo tiene el consumidor.
Invertiría más en mejorar la experiencia
y menos en elementos promocionales.
Otorgaría menos descuentos
y sustentaría más el valor.
Sería tan estricto en el control de la ejecución
como en el control del presupuesto.
Me guiaría más por las oportunidades en los
clientes, que por las acciones de la competencia.
Haría la comunicación publicitaria
más directa y menos creativa.
Daría tanta importancia a la construcción de relaciones
como al cumplimiento de la cuota.
Haría planes de mercadeo más simples.
Estaría más pendiente de los cumpleaños de los clientes.
Generaría más contenido para incrementar visibilidad. 
Propondría más esparcimiento en la convención.
Me enfocaría más en buscar salidas que en explicar caídas.
Sería menos tolerante con las fallas en el servicio.
Desafiaría más el status quo
y cruzaría la linea de lo predecible. 
Pero ya ven, tengo 44 años…
Y nunca es tarde para aprender”.
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