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El posicionamiento, la diferencia entre las empresas que triunfan y las que no


El sentido común siempre nos ha indicado que los restaurantes en los que todos quieren comer son los mejores, y que los que están solos no ofrecen buena comida. Claro que uno siempre busca el equilibro basándose en una ecuación cuyas variables son tiempo de espera, precio y sabor; pero la primera impresión es la del posicionamiento que ofrece el gentío queriendo comer en un solo lugar.

La ecuación de los restaurantes la mencionamos como ejemplo de que son varias las cosas que motivan a alguien a optar por un producto y no por su competencia. Y es que posicionamiento no tiene tanto que ver con el producto como con lo que ocurre en la mente del cliente al buscar el equilibrio de su ecuación.

Imaginá que alguien necesita comprar un radiador económico. Más allá del precio y del tiempo que tarde buscando su ecuación --en este caso tal vez sea cercanía+precio+calidad) lo importante es que cuando escriba "radiadores" en Google aparecerán algunas tiendas locales y como esas serán sus referencias durante todo el proceso de búsqueda, lo más seguro es que termine comprando el radiador en una de ellas.

Aunque en el sentido más amplio de la expresión, posicionamiento tiene que ver con imagen de la marca, imagen de la competencia, selección de argumento, rentabilidad, vulnerabilidad y coherencia, en este texto nos referimos específicamente al posicionamiento a través del marketing digital local, lo cual se parece una barbaridad a lo que ocurre en todos los mercados del mundo desde tiempos pretéritos: la lógica suposición de que si están de primeros es que son los mejores.


Es tiempo de que todas las empresas, por pequeñas que sean, entiendan entonces que la gente pasa muchísimo tiempo en Internet, y que la única forma de que el negocio pueda seguir marchando frente a una competencia cada vez más feroz es adaptándose.
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