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Cinco emprendedores millonarios que comenzaron desde muy abajo


Estas historias sirven para que sus propios empleados se sientan orgullosos y se las cuenten a sus hijos al llegar a casa, sirven para crear una identidad corporativa y para que todo el equipo sienta que trabaja por un fin más grande que el salario. 

Hagamos un repaso por las vidas de cinco emprendedores que comenzaron desde muy, muy abajo antes de que al mundo no le quedara otra alternativa que aplaudir su idea. Dejate encantar por estas anécdotas y usalas de inspiración.

Ingvar Kamprad
Este el fundador de IKEA. Inició su empresa a los 17 años entregando a domicilio pequeños productos como cajas de fósforos. A los 22 comenzó a vender muebles y en 1951 editó un exitoso catálogo de lo que ofrecía.
Le fue tan bien que sus competidores presionaron a los fabricantes para que no les vendieran más muebles, y ese fue el mejor favor que le pudieron hacer, porque al no poder comprar los muebles hechos, Ingvar Kamprad decidió diseñarlos él mismo, lo que lo convirtió en el mandamás de las ventas de muebles en el mundo.

Carlos Slim
El padre de Carlos Slim llegó desde Líbano a México en 1914, y le compró la mitad de una tienda a su hermano mayor en una suerte de operación arriesgada en la que quiso apostar por un país en conflicto.
Lo mismo hizo el hijo. Slim era un empresario del montón cuando quiso aprovechar la crisis de México para invertir en él. Así, cuando la fuga de capitales era lo que sonaba, Carlos Slim decidió meterle todo su dinero al país, por eso ahora su fortuna es casi incalculable.

Steve Jobs
Este si es el extremo. Comenzó junto a Stee Wozniak en un garaje y logró que un minorista le encargara 100 modelos de su computadora Apple I. Lo demás es una historia de la que sacan una nueva película cada lustro.

Ram Bhavnani
Tuvo que salir huyendo de su natal Pakistán porque sus paisanos solo pensaban en matarse entre musulmanes e hindúes. A los 17 años comenzó a trabajar en un bazar en Tenerife y terminó heredándolo. Luego abrió nuevos establecimientos y un día recibió un adelanto de 20 millones de pesetas por una partida en ropa de Ceuta. Ese dinero lo invirtió en ese mismo banco y con el tiempo pasó a formar parte de consejo del Banco Zaragozano y del Bankinter, del cual acumuló 14% de las acciones antes de venderlas en 809 millones de euros.

King C. Gillette
A los 40 años era un comerciante de tapones para botellas. Sin embargo, quería ser recordado por la posteridad. Se le ocurrió un artilugio para afeitar el rostro que tuviera un mango y una cuchilla desechable. Por fin la pudo patentar a los 46 años.
Durante el primer año solo vendió 51 maquinas de afeitar y 168 cuchillas desechables. Pero Gillette era un hombre que no se rendía: probó con todas las estrategias de marketing hasta que logró vender casi 100.000 máquinas al año siguiente y 70 millones 10 años después. 


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